Que fácil sería la psicoterapia…
Según nos han mostrado las pelis de polis, en los interrogatorios se suda la gota gorda. Pues os digo, qué bien nos iría a los psicoterapeutas si pudieramos hacer un interrogatorio de esos donde al que se le pregunta no tiene más remedio que contestar sin más, sin coartadas, decir los hechos, sin más. Nos otogaría, además de información muy valiosa, un foco para guiar todo el proceso terapéutico.
Este interrogatorio depende en un 99% de la capacidad del que interroga, y de un % residual, del que tiene que responder. Por tanto desde un punto de vista de optimización de recursos parece que tiene más sentido centrarnos en el 99% para asegurarnos que las cosas sucedan.
¿Qué obvio parece verdad? Si yo voy a la consulta del traumatólogo “confieso” todo lo que le pasa a mis huesos sin mayores tapujos. Aun así el doctor nos pregunta de forma directa para ir haciendo un diagnóstico. Sin embargo, en la práctica de la psicoterapia aparecen muchas barreras y resistencias, y lo que parece una actividad fácil se convierte en un labor titánica.
El psicoterapeuta tiene que lograr vencer esas barreras, gracias a crear un vínculo terapéutico donde ambas partes, el interrogador y el interrogado, generan un lugar seguro donde la información y emociones fluyan.
Una vez que se consigue, el siguiente reto debe ser tener un foco terapéutico y no 5.553. La vida de todos nosotros puede tener muchas áreas en las que trabajar para mejorar, pero parece sensato ir mejorando en función de objetivos concretos. De nuevo la optimización de recursos, concepto muy típico en la mayoría de los entornos empresariales, tiene cabida en nuestras consultas. Pero eso es otra historia para otro post.
Os invito por tanto a todas las partes que intervienen en el interrogatorio, invertir los recursos de los que disponéis para centrar el tiro y hacer que la terapia sea además de eficaz, POR FAVOR, eficiente. Repito esto es tema para otro post.
Fdo. María Elena Amo